jueves, 7 de junio de 2012

David

Ha sido desastroso. Horripilante, vergonzoso, atroz y muy divertido. 
Jamás pensé que en una tarde podían ocurrirme tantas cosas. 
Un accidente con la bici, una chica perfecta, unos globos de helio...
La cosa pasó así. Iba con la bici con bastante prisa porque llegaba tarde. Se me cruzó una chica pelirroja con la música a toda pastilla y no tuve tiempo de frenar. Así que para no estrellarme contra ella, giré el manillar bruscamente y me caí en un suelo fangoso. 


(Si antes me dolía el cuerpo, ahora ya ni os lo imagináis).


Como no tenía tiempo para volver y cambiarme, decidí comprar unos cuantos globos. Quizás se fijara más en los globos que en mi ropa embarrada. Os tengo que decir que no dio resultado, pero los globos le encantaron. 
Había uno con forma de perro al que no paró de mirar. 


Luz es, sin duda, perfecta. Es alegre, carismática, espontánea, sin miedo a hacer el ridículo. Mis temores de que fuera pija tonta se han ido. 


Le gusta el rock, pero dice que le encanta bailar en las discotecas. 
Su color favorito, el blanco. Su animal, el perro. Su canción: Hit the road, Jack.






Le encantan los tacones, recorrer la ciudad de noche y los niños. 
A mí me apasionan los niños.  Verlos jugar sin preocupaciones, sin necesidad de saber más, pero con una curiosidad sin límites. 


En el fondo yo soy un niño grande. Lo sé. 


Dentro de unos días la llamaré. Tengo que hacerme el duro. No puedo perderla.


Mi hermana me llama. Esta noche le haré cosquillas en la espalda hasta que se duerma. 
Todo va a salir bien.

Sam

He encontrado el lugar donde espero vivir toda mi vida. 
Es un piso pequeño, con una terraza en el salón, una cocina con una mesa de madera en el centro y un pasillo que lleva a los dormitorios. 
Está, además, en el mejor sitio de toda la ciudad. Cerca del centro pero sin calles grandes alrededor, lo que supone menos ruido de coches. 


Cuando volvía de ver el piso y hablar con el dueño, un imbécil casi me atropella. 
Es verdad que estaba en el carril bici, pero, ¿no tiene ojos? 
Lo único que me ha calmado ha sido ver su caída en el barro. 
Le he preguntado que si estaba bien, me ha sonreído, ha dicho que si y se ha ido. 


Ahora que lo pienso podría haberme gritado o haberme insultado. Sin embargo, solo ha sonreído. Un espécimen raro. 


Las calles estaban desiertas mientras volvía a casa. Solo el parque de enfrente mostraba un poco de vida.  Extrañaré ese parque y sus flores, su gran fuente en el centro y sus palomas blancas. 


Todavía recuerdo cuando salíamos del colegio cogiditos de la mano, hacíamos un círculo alrededor de la fuente y cantábamos. 


Nuestras ganas de crecer nos imposibilitan disfrutar del día a día. Y ahora, lo añoro. 
Jugar en los columpios, comer helado todas las tardes sin preocuparte del precio, saltar, reír, correr, caerse y no sentir el dolor...Enamorarse de uno, dos o tres niños. Casarse, darse besos en la boca y acto seguido ir a Dirección para escuchar la riña de la directora...


Ahora nadie me riñe. Pueden mirar mal, pero nadie es capaz de decirme si lo hago bien o no. Nadie me puede aconsejar sobre mi vida, porque en ella todos somos estudiantes. Sólo somos maestros de la experiencia. Somos nadie en un mundo de todos.


La sinceridad con la que antes hablábamos, y por la cual nos castigaban tanto nuestros padres .."no se debe decir eso" ha desaparecido. Nos educamos con mentiras, ilusiones que se esfuman, hipocresía y miedo de no ser aceptado. 


Me encantaría poder decir alguna vez todo lo que pienso, en vez de escribirlo en un diario. 
Poder decir que echo de menos a Jou, y que lo odio con todas mis ganas. Que quiero encontrar trabajo pronto, que necesito a mi madre detrás para que me arregle la ropa, que las niñas de doce años están horrorosas maquilladas y que sin nadie en mi cama me es imposible dormir. 


En vez de decirlo, lo guardo, y lleno estas páginas que quedarán en un rincón de la estantería olvidadas. 



Luz

¿Qué queréis que os cuente primero? ¿Mi gran actuación como chica fría y desinteresada en los tíos o  mi gran caída estrepitosa en el metro?


Estaba esperando como siempre en los bancos de la estación del metro. Y, lo vi aparecer. Por el rabillo del ojo me fijé que dio un paso atrás, así que pensé: "Seguro que está cansado de las acosadoras".
Como se quedó quieto, decidí no mirarle. 
Me di cuenta que el de vez en cuando me echaba un ojo, pero claro, yo tenía que fingir que no me importaba. 


¡Cómo me ha costado! Quería levantarme, sonreírle y decirle que me encantaba. 


LLegó el metro y pasé justo al lado de él. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no sonrojarme. 


Durante el viaje en metro le miré un par de veces, pero miradas muy rápidas, para que no me descubriera.


En una curva que dio el metro bruscamente me caí al suelo. Quería morirme.  Pensé en llorar, en decir que me había partido algo para que me tuviera que coger en brazos...pero sabía que eso no iba a pasar. Luego opté por levantarme rápidamente, pero ya habían pasado unos segundos...todo el mundo me había visto.
Así que hice lo único que sé hacer en momentos de desesperación...reirme.


Me reí por la caída, por la tarde con David, por la pelea con mi padre, por los exámenes, por todo.


Al cabo de un rato levanté la cabeza y le tendí mi mano para que me ayudara a levantarme. 


Desde ahí abajo, él parecía un príncipe, y yo su damisela en apuros.




  En cuanto a David... Llegó media hora tarde, lleno de barro y con un montón de globos de helio. 
Resulta que iba en bici y una chica se le cruzó por el carril sin mirar y para no atropellarla derrapó y terminó en el barro. 
Como llegaba tarde y no podía cambiarse de camiseta, le compró a un señor varios globos para que las manchas pasaran desapercibidas.


La tarde fue muy agradable. Es uno de esos chicos que te abren su corazón desde el primer momento. Esos que ponen en el suelo su chaqueta para que tú no pises un charco. Esos que te dan rosas cualquier día de la semana, sin tener que esperar al aniversario. Los que se dedican a hacerte feliz sin pedir nada a cambio. 
Los buenos, vaya.


Seguramente cuando tenga un par de años más y me canse de los chicos malos, buscaré a hombres como David. O incluso puede que lo busque a él.  Nadie sabe los caminos que nos guían, ni las aventuras que nos deparan.


Hoy me dormiré pensando en dos cosas:
 La sonrisa de David, y los ojos de mi estrella.

Gabriel

Día 3:

          Dije que me iba a encontrar a Sam ¿verdad? Pues no. Me topé con la pesada del metro. En cuanto entré en el metro y la vi quise dar media vuelta. No lo hice, pensaba que no me había visto.
Me senté lo más alejado que pude. De vez en cuando la miraba para saber si me estaba mirando. Pero qué va. 
Ni se había dado cuenta. 
Cuando llegó el metro entró como si nada. Me miró, pasó de largo y se quedó de pie agarrada a una barandilla.  Me tenía intrigado. Así que entré y me puse a su lado.

Ahora que me fijaba mejor, era muy guapa. Tenía una expresión de tristeza, como si le hubiera pasado algo malo. Se agarraba a la barra con miedo a caerse.  

Era una pequeña criatura en las manos de un lobo. 
Un zarandeo del metro hizo que me chocara contra ella. Ella se soltó y dio un traspié.  Fui a cogerla para que no se cayera pero no llegué a tiempo. Se cayó de bruces en el suelo. 
Creía que empezaría a llorar, como los niños pequeños, o que se levantaría rapidísimo por si alguien no se había dado cuenta. 

Se quedó sentada en el suelo, riéndose. Y además no una risa nerviosa, ni de vergüenza, qué va. 
Se reía como se ríe cualquiera con un chiste bueno. 
Me tendió la mano y la levanté. 
Ella pegó un saltito y elegantemente cayó sobre el suelo. Fue la primera vez que le miré a los ojos. 

Me encantaría haberle dicho que tiene ojos de gato. Que menuda vergüenza me ha hecho pasar. Que no vuelva a montarse en el metro...

Que me diga su nombre.






Nota del autor



Ante todo daros las gracias a todos aquellos que estéis leyendo el blog, y a todos aquellos que vayáis a empezar. 
He intentado darle a cada personaje su identidad. Diferenciarlos a cada uno por una forma de ser.
Cada uno tiene sus motivos para ser como es. Pero yo sé de ellos lo mismo que ahora sabéis vosotros. No hay un guión que seguir, porque la vida no tiene guiones. No hay pistas, ni sugerencias ni nada. Solo están ellos y yo, que en este caso, soy el azar. 
Lo que os puedo garantizar es que os reiréis, lloraréis, odiaréis y amaréis con los personajes, porque son normales. No hay superpoderes, ni magia, ni finales felices. Es como la vida misma. 


Cualquier petición, cualquier comentario lo agradeceré y me dará motivos para seguir escribiendo. Para seguir desarrollando esta historia que poco a poco va cogiendo forma. 


Me encantaría además saber vuestra opinión. ¿Qué puede pasar? 




Un saludo, un beso, un abrazo, un hasta siempre.





Sam, David, Luz y Gabriel


David

Me acabo de levantar. Ayer trabajé muchísimo. Tengo todo el cuerpo dolorido y me he descubierto agujetas en músculos que no sabía que tenía. 
Pero la comida me ha alegrado el día. Tallarines con nata y bacon. ¿Qué más puedo pedir?
Dentro de un par de horas he quedado con una chica guapísima. 
La conocí en una fiesta. Alegre, con una voz muy dulce y simpática. Esquivaba a los hombres como nadie jamás. Se le acercaron por lo menos seis, y a todos los rechazaba sin que ellos se dieran cuenta. 
Y bailaba...no podía apartar mis ojos de ella. Y eso que la casa estaba llena de chicas impresionantes, pero es que ella era única.
Conseguí sacarla a pasear un rato. Quería saber si era solo física mi atracción. 
Qué equivocado estaba. Estudia Comunicación Audiovisual. De mayor quiere ser presentadora, reportera e incluso corresponsal. Dice que le da igual, que mientras su familia pueda verla por la tele...

No es de esas pijas superficiales. Es más como, no sé, normal. No habla de ropa, ni de joyas, ni de famosos. 
Habla de guerras, de viajes, de cambiar el mundo...

Pfff...creo que me ha encandilado. A ver qué me pongo. No puedo ir muy formal, pero tampoco puedo ir en chanclas...¿no?

Creo que le voy a preguntar a mi hermana. Aunque está un poco nerviosa por la operación de mañana seguro que me sabe responder. 
Eso sí, apenas podré estar con Luz. Tengo que volver temprano para dormir al lado de Sara. 

¿Cómo le gustarán los chicos? ¿Le importará que no tenga una carrera? Sea como sea, pienso descubrirlo esta tarde. 

¡Allá voy!.¡¡Deseadme suerte!!

Luz

Llevo varios días yendo al metro sin tener suerte. No lo he vuelto a ver. Pienso que fue solo una estrella fugaz, una aurora boreal, algo muy hermoso que dura muy poco tiempo. Si estás en el lugar adecuado en el momento oportuno puedes disfrutar de su belleza. 
Aún así no pienso rendirme. Tengo los exámenes de fin de curso, y no voy realmente bien en los estudios, pero pienso visitar el metro todos los días después de clase.  Desde la una hasta las dos y media. Quizás, y solo quizás, vuelva a ver a mi estrella. 

¿Cómo sabes cuando una persona te quiere? Veréis, hay un chico, que conocí el otro día en una fiesta, que quiere quedar conmigo. Es muy guapo. De esos rubios de ojos claros y sonrisa profident. 
Solo hay un problema, y es que temo enamorarme de él y que luego se vaya con otra. 

Es verdad que suelo ligar mucho. Mis amigos dicen que estoy hecha una loba. Cuando lo dicen me río, pero para mis adentros me digo: "Ojalá encontrara a alguien que con el tiempo no se cansara de mí, ni yo de él".
He tenido muchos novios, o como diría mi abuela, muchos novietes. Esos que solo duran un par de semanas. 
Además todos tenían el mismo patrón: pasotas. 

Dicen que solo los malos hacen latir el corazón de una mujer. Pues en mi caso es verdad. Los hombres que no van detrás persiguiéndote, los inalcanzables, los intocables, los impasibles, son mi punto débil.

Luego llega el momento en el que ellos se van, o yo me canso de esperar un poco de cariño. O peor todavía, cuando descubro que su impasibilidad era una fachada y que verdaderamente son dependientes, pegados, babosos...

En definitiva, me siento atraída por los tíos que hacen daño. 
Desde pequeña me aprendí una frase de mi libro favorito: "El amor es no tener que decir lo siento".
Espero que algún día encuentre al hombre que nunca tenga que decirlo. 

Bueno, me toca ir a la facultad. Y justo después....¡metro!


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