jueves, 16 de enero de 2014

David

Un nuevo comienzo

No sé qué me ha traído hasta aquí. No sé si es por una búsqueda de la independencia, o por evasión, o incluso por necesitar un cambio de aires. Aunque no tengo claro el motivo, la realidad es que me he ido de casa. He dejado atrás a mis padres, a mis amigos y mi trabajo. Y lo extraño es que no me siento vacío. Me siento lleno de emoción. Como cuando un niño visita un parque de atracciones por primera vez. 

Irme no me costó mucho. Mis padres no me pidieron explicaciones ni me suplicaron nada. Tan solo sonrieron y me dieron una palmadita en la espalda. Me fue más difícil decirle adiós a Irene y a Luz. Irene está con una chica desde hace bastante tiempo, y se la ve muy feliz. En cuanto a Luz, bueno...está oronda. Tiene un barrigón enorme. Cuando la veo no puedo evitar reírme. Una chica con patas de alambre y brazos huesudos, con el cuerpo de una bola de demolición. Además pierde el equilibrio constantemente, y se pega culazos por todo el suelo. La última vez fue al salir del cine. Creó un atasco en la salida. No podía levantarse y aunque yo intentaba ayudarla no podía levantarla, porque no podía parar de reír. Era muy cómico. Luz no dejaba de maldecir a voces y de amenazar con poner una reclamación por no tener un acceso amplio para mujeres embarazadas. Ese día nunca lo olvidaré. 

Otra vez estábamos lavando a Conan en el patio. Cuando terminamos de enjabonarlo Luz cogió la manguera y sin darse cuenta abrió la llave totalmente. La presión que llevaba la manguera la lanzó para atrás, y como el suelo estaba lleno de agua y jabón se deslizó por todo el patio. Y parece ser que Conan no quiso perderse la diversión, y la persiguió entre ladrido y ladrido. Voy a echarla de menos. Le pregunté si me necesitaba allí y me dijo que no le hacía falta, que lo único que sabía hacer era reírme de ella y su gran culo. Y en parte tenía razón.

Encontrar piso no fue difícil una vez que elegí el destino. Y elegirlo tampoco lo fue una vez que encontré trabajo. Aún sin estudios, la experiencia del anterior trabajo me ha abierto puertas. No ha mejorado mucho el salario, y a decir verdad, trabajo más horas que antes. Pero veo el mar. Ahora entiendo la expresión de Luz cada vez que hablaba de la playa. Es maravilloso. 

Oigo romper las olas contra el espigón desde mi apartamento. Cada mañana me despierto rodeado de una brisa fresca, que perfuma la habitación con un suave toque a sal. Los sábados por la tarde, aprovecho el buen tiempo y me siento en la terraza para dejar que el sol caliente mi piel. Es una sensación tan agradable. El bullicio me llena de vida. Cada mañana, mientras voy de camino al restaurante, veo a corredores pasar, unos detrás de otros. Algunos llevan auriculares, otros van en grupos. Otros, simplemente, disfrutan del ejercicio. En mi descanso, camino por el paseo marítimo. Me gusta el color de la piedra del suelo, y el sonido de la arena crujiendo bajo mis pies. Cientos de personas se relajan a la orilla del mar. Los niños corren y se salpican, y se tiran de cabeza al agua. ¿Cómo no iba a disfrutar esto?
La noche contrarresta el calor de mediodía. Es fría, pero confortable. Las terrazas de los bares se llenan de gente joven. Da igual si son extranjeros o si proceden de otra parte del país. No importa. Se ríen con las mismas ganas. 

El mar hace que todo deje de tener importancia. Ves los problemas como algo pequeño, en comparación con la inmensidad del océano. Te das cuenta de que el ser humano ha conseguido navegar por encima de toda esa masa de agua. Y el miedo a lo desconocido desaparece. Quiero envejecer aquí. 

Dentro de nada tengo que volver a pagar el alquiler. La verdad es que es bastante barato vivir en la playa. Aunque he de decir que no pago el alquiler solo. Claudia paga la mitad. Vivir con ella es muy fácil. No habla, no ensucia, no hace ruido. Parece como si no existiera. Pero existe, porque de vez en cuando siento su presencia rondando por la casa. Viene de muy lejos. ¿Argentina? Creo que sí. Si hablara más sabría distinguir su acento, pero apenas asiente cuando le pregunto algo. Y la verdad es que tampoco me molesta que no hable. Aquí, el único sonido que no quiero que falte es el de las olas. 

Van a hacer cuatro meses desde que se fueron mis amigos. El tiempo pasa rápido. Cada uno está a lo suyo, y no deja espacio para la preocupación. Lo último que sé de ellos me vino por boca de Marcos hará quince días. Ha tenido ciertos problemas sentimentales con la bajista. Resulta que empezaron a gustarse pero el otro guitarrista se puso por medio. Le comió la cabeza a Bridget diciéndole que el culpable de la muerte de Lily fue Marcos. Y la bajista dejó de hablarle. No sé si lo habrán arreglado. Espero que si. Nadie tiene la culpa de que una persona decida quitarse la vida. La culpa la tiene la sociedad en general. Pero es muy duro decirlo públicamente, porque a nadie le gusta que le carguen un muerto encima. 

Han recibido muchas cartas y correos de fans. De hecho ya tienen página oficial. Están progresando a pasos agigantados. Marcos no sabe cuándo volverán. Técnicamente, la gira terminaba a los cinco meses, pero están pensando en alargarla unas semanas más. Si la alargan, Luz se va a tirar de los pelos.

Antes de colgar le pregunté por Sam, y me dijo que estaba bien. Que, a veces, la notaba ausente, pero que sería por algún amor pasajero de esos. Me encantaría poder decir que me alegro. Pero estoy cansado de fingir desinterés. La verdad es que no me alegro en absoluto. La verdad es que no he olvidado su mano en el cristal trasero del autobús. 

Está terminando el verano, pero el calor no cesa. Siguen viniendo turistas y el restaurante está en su mejor momento. Sé que en invierno me veré en la calle. Pero el mar no es bueno en invierno. Demasiada melancolía junta. Hasta que mi contrato termine, seguiré disfrutando de esta calma... Sin agobios, sin martirios, sin ella.

martes, 14 de enero de 2014

Luz


¿Elefantes o tren a vapor?

Estar embarazada es duro. Pese a no notar nada en los dos primeros meses, el tercero ha ido por otro camino. Tengo los dedos morcillones, las piernas hinchadas, me duele la pelvis y los pechos no paran de crecer. La barriga ya se nota, y dentro de poco tendré que dejar la ropa elástica y pasarme a la talla XXL.
Para dormir es incomodísimo. Solía dormir boca abajo, pero ahora ya no puedo, así que me he acostumbrado a dormir de lado. Sin embargo el dolor de cuello que tengo me dice que no es la mejor postura. Lo bueno es que ya controlo mis hormonas. Ya sé qué quiere mi cuerpo cuando me empiezo a sentir rara. Últimamente me pide helado de chocolate con naranja (odio la fruta mezclada con chocolate).

Lo único que me relaja es que puedo sentir su corazón dentro de mí. Es como un tren a vapor, ese vaivén rítmico y potente que no se detiene. Bueno, la verdad es que no sé si es como un tren a vapor o una estampida de elefantes corriendo por mi barriga. Lo que intento decir es que me tranquiliza. Me hace sentir segura. 

Ya me he hecho dos ecografías. En la primera, que fui con David la verdad es que no entendí muy bien los manchurrones grisáceos. La ginecóloga intentó explicármelo, pero se rindió al ver que asentía como los tontos. Pero en la segunda, en la segunda lo vi. Pensándolo bien, tiene un poco forma de alien. Una cabeza muy grande (hablo de proporciones, porque el feto no tiene ni diez centímetros), unos brazos muy cortos y unas piernecitas recogiditas. Dios.... voy todavía por el segundo trimestre...¿Por qué no haces un esfuerzo y creces ya, monstruito? Parece cruel, pero es su mote. Como todavía no sé si es niño o niña me encargo de llamarle de diferentes maneras. Cuando me pegue patadas, dentro de unas semanas, descubriré si les hacen gracia o no. También le canto...le leo, le pongo música, le hablo... Por lo que me ha dicho mi madre eso es bueno... aunque tengo miedo de que tenga algún trauma de mayor.

En el trabajo he conocido a un chico. Bueno, más bien él me ha conocido a mí, porque no ha parado de perseguirme hasta que he accedido a decirle mi nombre. Se pasó toda la tarde en la barra. Cuando me acercaba comenzaba a contarme su vida, y cuando me alejaba guardaba silencio y me miraba amablemente. Al terminar el turno me dijo de invitarme a un café, pero lo rechacé porque prefiero no tomar cosas fuertes en mi estado. Le dije que prefería agua y él asintió. Se llama Héctor. Vivía cerca del bar y había estado un par de veces antes, pero nunca se había atrevido a hablarme. Si no fuera porque tenía la espalda como si me hubiera restregado puerco espines me habría sonrojado. Tenía un atractivo especial. Era moreno,atlético, con los ojos negros azabache, y el pelo oscuro y enmarañado. Me recordaba a los actores típicos de telenovelas. Quiso acompañarme a casa, pero lo vi demasiado exagerado. Así que me despedí en frente del bar y volví sola. Aún así, tengo la sensación de que mañana volverá a estar en la cafetería.

En cuanto a mi querido hombre, llevo sin saber de él desde hace un mes, más o menos. Me llamó de madrugada. Me preguntó si estaba despierta y tuve unas incontrolables ganas de mandarle a la mierda. ¿Despierta? Qué va, tan solo no sé cómo poner este cuerpo fofo en la cama para poder dormir cómodamente. Noté que estaba bebido y le pregunté si estaba bien.
-Si. Todo va bien por aquí. Nos hemos hecho famosos, ¿sabes? No paramos de ir de un sitio para otro. 
-¿Cómo están los demás?
-Bien, todos bien. Sam te echa de menos. Y Marcos últimamente está de mal humor. No sé el motivo.
-Pregúntale.
-Ya, bueno. Sabes que la vida de los demás no me interesa. 
-Ya. Bueno, ¿y tú qué?¿Algo que quieras decirme?

Esperaba que me respondiera algo así como "te echo de menos, esto es duro sin ti, no hay ni un solo día que no me acuerde de ti, etc." Pero la sorpresa que me llevé casi me mata.
-¿Te lo ha contado Sam? Bueno, verás...Tú sabes que eres importante para mí, ¿no? Pero la distancia es dura, y conocí aquí a una chica. Se llama Cristina. O se llamaba, llevo bastante tiempo sin verla. 
-No quiero saber su nombre. De hecho, no me vuelvas a llamar.

Le colgué. Le colgué porque la voz no me salía del cuerpo. Le colgué porque los ojos me escocían, y la rabia me invadía por dentro. Estrellé el móvil contra el suelo...Pero Conan se encargó de cogerlo y volverlo a dejar en la cama. Si hubiera tenido fuerzas lo hubiera tirado otra vez. Mientras yo estaba sola, cargando con algo con lo que no me veía capaz de soportar, él estaba con otra chica. Volvió a llamarme. 

-Solo escúchame, y luego cuelgas si quieres. Te expliqué una vez que yo no entendía eso de una relación monógama. Ni siquiera entiendo bien el significado de lealtad. Siento si te ha dolido que haya estado con otra chica, pero no lo he hecho para molestarte. Simplemente es mi manera de ser. Yo...

Me quedé callada durante varios segundos. No sabía qué decirle. Tan solo me callé porque era más cómodo engañarse a una misma. Era más fácil pensar que las cosas sin él irían mejor. Que qué clase de padre sería. Me callé porque no quería tener al lado a una persona que no entendía el concepto de fidelidad.

-¿Estás ahí?¿Luz? Si estás, lo siento. Sé que lo estás pasando mal. Adiós.

¿Que lo estoy pasando mal? ¡Tú no sabes nada! Tú solo estás tocando los tambores esos mientras yo me como el marrón. Tú estás disfrutando de tus veintitantos años mientras yo estoy encerrada en casa, haciéndome responsable de algo que es responsabilidad de los dos. Tú...Tú...Tú no tienes la culpa de no saber nada. Solo yo. 

En estos momentos es cuando más extraño a Sam. Es verdad que cuento con David, pero David es un hombre y no me entiende. Además, dentro de una semana se va a otra ciudad. Se iba a venir conmigo a la playa, pero la idea se canceló cuando recibimos la noticia de que la casa estaba ya alquilada. Entonces decidió cambiar de aires. Me preguntó si me importaba que se fuera...y cómo no, le dije que en absoluto. 
De nuevo, echo de menos a Sam. Con ella las cosas serían diferentes. Tendría a alguien con quien quejarme continuamente. Las tardes se hacen tan largas encerrada sin hacer nada... A este paso...me voy a convertir en un mueble más de la habitación. Voy a escribir una nota de suicidio. Por si me fusiono con el sofá, para que alguien sepa que lo hice porque no tenía otra opción.


lunes, 13 de enero de 2014

Sam

El gato atropellado.

Es muy difícil mantener la continuidad con el diario. Apenas tenemos tiempo para dormir. Ensayamos, tocamos en diferentes bares, comemos y al hotel de nuevo. Las pocas veces que veo la luz del sol son a la hora del desayuno y al entrar al ensayo. Dos momentos cálidos y confortables. 

No sé cuánto tiempo llevamos fuera de casa. Casi nunca hablo con mis padres, y tampoco con Irene, David o Luz. Pienso en llamarlos, pero no sé qué decirles. No sé cómo explicarle a David que le echo de menos, y a Luz que su querido amor se está acostando con otra. Soy incapaz de contárselo.

Cada día que pasa odio más a Gabriel. Se ha convertido en un ser infernal, en un hombre sucio y rastrero, que lo único que hace es mirar su reflejo. ¿Cómo ha podido olvidar tan fácilmente a Luz? ¿Cómo es capaz de dormir con otra mujer? Siempre ha sido liberal pero esto es sobrepasarse. ¿No piensa que le puede estar haciendo daño? No, claro que no. Solo piensa en la chica de la mirada felina. 

Pues la gatita ha terminado atropellada en el arcén, metafóricamente hablando. No soy de naturaleza mala, y si no fuera por el aprecio que le tengo a la pija nunca lo habría hecho. Pero no me parece bien que ella no sepa a lo que se enfrenta. No fue difícil encontrarla. Su fama la precede. Aproveché la mañana que Gabriel acompañó a Luo a hacer la compra. Cristina estaba sentada en las escaleras de su casa, hablando por teléfono. A medida que me acerqué escuché fragmentos de la conversación, que no me gustaron nada. Hablaba de un "batería" que estaba loquito por ella y que cuando terminara la gira se iban a ir a vivir juntos. 
Francamente no me esperaba eso de Gabriel. Si era cierto, había llegado a un punto que no iba a tolerar. 

-¡Eh, tú! 
-¿Qué quieres?
-Eres Cristina, ¿verdad?
-¿Y a ti qué te importa?
-Me importa porque te estás acostando con mi hombre.
-¿Qué?
-Sí. Tu querido "batería" está ocupado. Así que te recomiendo que te alejes de él si no quieres problemas.
-¿Y los problemas me los vas a causar tú? ¡JA!

Cristina comenzó a reírse de manera forzada y escandalosa. Su voz aguda y chirriante me estaba irritando los oídos. Cuando paró de fingir ser una superwoman la cogí del pelo y la levanté. Cristina me miró sorprendida y comenzó a chillar. Tuve miedo por si salían sus padres o cualquier vecino, pero tenía que acabar lo que había empezado.

-Me vas a escuchar bien, gatita. Te vas a alejar de Gabriel. Y con alejar me refiero a no pisar ni un bar más, a no llamarle, a no mandarle mensajes, a no encontrarte con él por casualidad y a no decirle nada de esta charla. Si te encuentra, le dirás que estás ocupada y que te has cansado de él. ¿Entendido? Como me entere de que has incumplido alguna de estas normas vas a tener un final muy accidentado. Tú verás lo que quieres hacer con tu vida, y si quieres permanecer con la cabeza sobre los hombros.
-Si. Lo...Lo siento.
-Así me gusta. Buena chica.

La solté y me volví al hotel con las rodillas temblando. Lo que acababa de hacer podía costarme años de cárcel. Además, había pagado mi ira con una chica que no tenía culpa de nada. La culpa era de Gabriel. Pero sabía que si ella continuaba cerca de él no lograría hacerlo entrar en razón. No dormí esa noche. 

Desde entonces no ha vuelto a aparecer. He notado cómo Gabriel la buscaba entre el público con la mirada. Y he sonreído para mis adentros. Ojalá me perdone algún día. 

En cuanto a los demás miembros del grupo... Marcos y Bri están juntos. Me resultó muy extraño porque pensaba que Luo era la pareja de Bri. Sin embargo, por lo que he podido notar, me equivocaba. 
Últimamente pasan mucho tiempo juntos. Cuando estamos ensayando se miran a escondidas, y Marcos se sonroja cada vez que Bri hace los coros. Es agradable ver que la vida sigue siendo igual de caprichosa. La bajista con el guitarra. Espero que esta vez tenga otro final. 

Tengo unas ganas horribles de llamar a David. Echo de menos sus locuras, su optimismo y su rostro gentil. A veces sueño que le estoy tocando su pelo rubio enmarañado mientras me abraza. Creía que la distancia iba a hacer que olvidara la noche que pasamos juntos...pero está ocurriendo lo contrario. Cada día que pasa, más ganas tengo de verle. ¿Cuánto falta para volver?¿Cinco meses?¿Seis? 
¿Cuánto falta para...?¿Llegaré a tiempo?

Gabriel

Día 125:

El hueco de la fama

Llevo un mes fuera de casa. El grupo evoluciona bastante bien. Desde el motel "Nuevo horizonte" nos hemos trasladado a un hotel de baja categoría en la periferia de la nueva ciudad. Hemos cambiado un suelo de moqueta manchada y unas paredes mohosas por un suelo de piedra y paredes de ladrillo gracias a la fama que estamos generando. Hemos ido a una veintena de bares y varios teatros. Al principio la recepción no fue muy buena, pero poco a poco los bares se fueron llenando y los teatros se llegaron a colapsar en más de una ocasión. El productor nos ha dicho que una parte de esos beneficios irán para nosotros, para hacer lo que queramos con el dinero. A mí el dinero me da francamente igual. No es que me falte. Pero mi situación no es la misma que la del resto, así que entiendo la alegría que se llevaron los demás al recibir la noticia. 

El día a día es fácil. Levantarse tarde, comer, ensayar, dar una vuelta, cenar, tocar y tener toda la noche para uno solo. Y cuando digo solo no me refiero a falto de compañía. El otro día conocí a una tal Cristina, una chica impresionante. Llevaba una camiseta negra transparente y el pelo corto. Tenía unos ojos felinos que me cautivaron. Estuvo toda la noche bailando en primera fila, sola, sin ninguna vergüenza. Cuando terminamos de tocar se despidió de sus amigas y se me acercó con cierto descaro. Se presentó y me invitó a una copa. De la barra del bar fuimos a su piso, donde me desperté a la mañana siguiente. Cristina dormía a mi lado. Tenía el maquillaje corrido, y los ojos emborronados, pero aún así seguía generando en mí un impulso de atracción. Me vestí rápido y desaparecí de su vista. Pensé que si volvía antes de que los demás se despertaran nadie se daría cuenta de que había pasado la noche fuera. Por desgracia Sam estaba esperándome en la puerta de la habitación. Había sido un poco iluso al pensar que esa panda de cotillas no estaría vigilándome.  

En cuanto me acerqué a la puerta Sam me abofeteó la cara. Tenía odio en la mirada, un odio que nunca antes había visto. Desde que comenzamos la gira Sam se había comportado de manera extraña conmigo. La pillé varias veces mirándome de reojo y murmurando por lo bajo. Y cuando me acercaba a hablar con ella se escabullía.  Un dolor agudo me regresó al mundo. 

-¿Qué haces?¿Estás loca?
-¿Loca? ¿Te parece normal lo que has hecho?
-¿El qué, dormir fuera?¿O acostarme con otra?
-Eres rematadamente imbécil. Y cuando te des cuenta del daño que estás haciendo será tarde. 

En ese momento pensé que quizás Sam no se había olvidado de mí y se sentía celosa. Quizás ella esperaba que ahora que Luz estaba lejos podríamos tener algo. Le cogí las manos y las puse en mi pecho. Luego le sonreí.
-Esa mujer no es nada para mí. Y lo sabes. No sé qué ha cambiado para que no pueda compartir la noche con quien quiera. 
-Gabriel, no sabes...

En ese momento Marcos salió de la habitación frotándose los ojos. Le habíamos despertado con el jaleo. Me dio un codazo y me dijo que si había "descansado". Y de repente recordé el día del karaoke, y sentí en la boca un regusto amargo.

La gira estaba cambiándome. Me había convertido en un hombre de instintos. Olvidé mis sentimientos y mis metas, y me hice prisionero de la fama. El sexo, el alcohol, algunas sustancias no del todo legales, la música...habían llenado mi vida con una falsa felicidad. Pero esa felicidad me llenaba. Quería más. 
Sé que si Luz se entera de lo que estoy haciendo aquí dejaría de esperarme. Pero no me molesta que conozca a otro hombre. Ella es libre, y no pienso ser el único dueño de su corazón. Pero si pienso de verdad así, ¿por qué noté esa amargura en mi boca? Quizás sea la cerveza. 

Después de ese día seguí viendo a Cristina. Nos complementábamos. Era  agresiva y cálida, y tenía un cierto grado de locura que la volvía impredecible. No sabía nada de su vida, y ella tampoco sabía de la mía. Y eso lo hacía más misterioso y apetecible. Hoy he quedado de nuevo con ella. Hasta que me canse, disfrutaré de su compañía. 



David


La verdadera amistad


Han pasado tres semanas desde que se fueron Marcos, Gabriel y Sam. Estarán muy ocupados porque apenas dan señales de vida. De vez en cuando recibo un mensaje de Marcos, contándome que todo va bien...Pero los extraño. Las cosas han cambiado bastante. 
Desde que se fueron Luz no ha vuelto a ser la misma, ni yo tampoco. Nos vemos a menudo, pero la conversación se queda vacía y no sabemos de qué hablar. Cada vez que la miro noto su preocupación. Se está consumiendo. Y no sé qué hacer. 

Extraño cuando quedábamos todos a tomar unas cervezas, o cuando íbamos al Dahm, ese bar que nos convirtió en inseparables...Extraño la frialdad de Gabriel, la sonrisa de Marcos y a Sam. A Sam la extraño muchísimo. Desde la fiesta pirata un sentimiento extraño se ha alojado dentro de mí. Es una sensación indescriptible. Cuando pienso en ella todo desaparece a mi alrededor. Me inunda la tranquilidad y la esperanza. No hay un día que no piense en ella al despertarme. Mi trabajo se encarga de mantenerme ocupado y dejar esos pensamiento de lado. ¿Qué me pasará? Creía que conocí el amor cuando salí con Luz, pero quizás fuera solo amistad. Quizás esto sea el verdadero amor, esta sensación de la que no me puedo librar. Recuerdo sus labios, sus manos en mi cara, su mirada infinita... Esos ojos verdes, ¿cómo olvidarlos? Pero ella no se acuerda de mí. Seguramente fue un error para Sam. 

Por lo que he oído, están causando sensación en el norte. La verdad es que no me lo esperaba. No son malos, pero hay muchos grupos como el suyo. Supongo que no habrán cautivado al público solo con la música. Todos son muy atractivos, e irradian carisma y euforia. Y Gabriel es puro magnetismo. No sé cómo debe sentirse en este momento Luz. Cuando la acompañé a su primera ecografía me quedé atónito. Al principio solo veía una mancha blanca en el centro de la imagen, algo minúsculo. Pero después ví el latido de un corazón. Fue algo impresionante. La vida es tan compleja, y tan fascinante...

Los padres de Luz han decidido apoyarla con su decisión de tener el niño. Por lo que ella me contó al principio no estaban de acuerdo, pero Luz es convincente, y pese al miedo que tiene, defenderá a su hijo hasta la muerte. Sigue viviendo en el piso, y por ahora mantiene el trabajo y los estudios. Espero que no tenga ningún problema en la Universidad cuando se le note la barriga. Sé que estamos en otra época, pero la gente es cruel por naturaleza.

Si yo fuera Gabriel no podría soportar no saber estas cosas. Estoy seguro de que si él supiera que va a ser padre dejaría la gira y se vendría corriendo, para estar al lado de Luz. No entiendo muy bien el motivo para no contárselo. No creo que ningún padre se arrepienta de tener un hijo. Me niego a creer que haya personas que dejen de lado a sus familias solo para cumplir sus sueños. Sé que existen, pero estarán confundidas. No las puedo culpar por eso. 

En cuanto a mi vida, todo sigue igual. La rutina es lo que tiene, no deja que los problemas interfieran en tu día a día. Salgo con mis compañeros de trabajo, mayores que yo, e intento seguir sus conversaciones, aunque no lo termino de conseguir. La política y la historia no son mis puntos fuertes. Se quejan del gobierno, y no entiendo muy bien por qué. Sé que hay algo que falla pero no creo que sea solo el Gobierno. Tal vez mi ignorancia hace que vea hilos y conexiones donde no los hay....pero las empresas, la economía en general es la verdadera culpable de nuestros problemas. El Gobierno es solo un títere en manos de los poderosos. No ven más allá de sus tronos. Tampoco ven que sus pies están gangrenados. Da igual. No sé de política. No puedo opinar.

Se me está haciendo tan largo el verano... El calor asfixia. Ayer superamos los 40 grados y tan solo estamos al comienzo. No me gusta el verano. Apenas se ve gente por la ciudad. Y los pocos que quedan están amargados por no poder irse de vacaciones. Luz me ha ofrecido irme con ella a la playa a principios del mes que viene. No sé si aceptarlo, su padre parece demasiado serio. Cuando lo vi por primera vez se me puso la piel de gallina. Qué ojos más inexpresivos. 

Es el primer verano que pasaré sin Sara. La verdad es que no sé ni cómo he llegado hasta aquí. Supongo que todo es gracias a la ayuda de mis amigos. Aunque ahora estén lejos, los siento cerca de mí. Sam me dijo una vez "Ser amigo no significa ser inseparables, significa que, pese a la distancia, nada cambiará entre ellos". La amistad es no dejar que las cosas cambien. Luchar por los momentos de felicidad y olvidar los momentos dolorosos. No dejaré que la distancia pueda con lo que siento por ellos. No dejaré que unos cuantos kilómetros me dejen sin descubrir lo que siento por Sam.

 Ojalá pudiéramos ir  a verlos...Si no fuera porque es mucho viaje, y porque no paran de moverse de un sitio a otro. Si no fuera porque, para ser sincero, no sé dónde están exactamente. 

domingo, 12 de enero de 2014

Sam

Motel "Nuevo Horizonte"

Ayer fue un día duro, lleno de despedidas y llantos, de promesas y sonrisas. Llegar al autobús, cargada con la maleta fue tarea difícil. Todavía no había amanecido y las calles estaban desiertas. Una luz azulona bañaba los coches y los cristales de las tiendas. Olía a pan, a cítrico y a frescor. Era una buena despedida de la primavera. Cuando crucé la Plaza Central vi el armatoste en el que íbamos a viajar. Era oscuro, entre burdeos y morado -nunca he sido muy buena distinguiendo colores- y tenía unas letras amarillas cutres a los lados. Marcos estaba ya allí. Su expresión contrastaba con mi actitud frenética. En vez de transmitir alegría transmitía mala leche. Pensé que sería por el retraso de los demás, pero luego me di cuenta de que había llegado con una hora de antelación. 

-¿Has probado a echarte antipulgas? 
-Perdona, estoy un poco cansado. 
-¿Qué te pasa?
-Nada. Bueno, supongo que esto me recuerda bastante a ya sabes quién. 
-Si. A ella le hubiera encantado hacer una gira. Pero tienes que pasar página. Llévala en el corazón, y no en la cabeza. 
-Tienes razón. El conductor está tomándose un café en la plaza. Me ha dado las llaves del maletero por si quieres meter las cosas.
-Gracias prenda. 

Metí la maleta y algunas bolsas más dentro del maletero. Era tan espacioso que pese a todas las cosas que llevaba se seguía viendo más hueco que maletas. En el fondo estaban las pertenencias de Marcos, la guitarra y dos amplis,  un macuto de mano y una mochila. Hombres. Nos vamos medio año como mínimo y solo se lleva un macuto. No lo entiendo...No sé cómo le cabrá todo en tan poco espacio. 

Marcos le dio a la palanca para cerrar el maletero y justo después se metió dentro del bus. Murmuró algo así como "estoy cansado, luego hablamos". 
Y yo me quedé sola, fuera del autobús, sin saber bien qué hacer. Una brisa recorrió la calle y me estremeció. Y me acordé de Luz. 
Estaba tan encantada con lo de la gira que no le había prestado mucha atención al embarazo de mi amiga. 
Como están las cosas ahora con la nueva ley del aborto no le será fácil librarse del problema. Y yo me voy. En eso tenía razón Jou cuando nos peleábamos. Soy egoísta por naturaleza. Sé que ella lo pasará mal, pero podrá llamarme siempre que quiera. Además, la culpa la tiene ella por no ser responsable. Ella y el Gobierno, que manda leches lo que hace con tal de fastidiar a la población. ¿Qué le importará a ellos lo que tú hagas o dejes de hacer con tu cuerpo? ¿No es peor tener un niño no querido que no tenerlo?
Y el padre, encima, sin saber nada. A saber cómo le oculto yo lo de la pija. 

La nueva bajista, Bri, y su inseparable Luo,  estaban acercándose al autobús. No sé si he contado la historia de cómo entraron en el grupo pero es bastante buena. Bri es extranjera. Su nombre completo es Bridget y viene de Inglaterra. Su padre es español y su madre inglesa. Cuando ella era pequeña se mudaron a España y desde entonces vive aquí. Gabriel estaba buscando a nuevos miembros para el grupo, pero tuvo ciertos problemas. La gente pedía dinero, o se negaba por una tontería sobre una maldición. Resulta que Gabriel puso un mensaje en Internet para encontrar a un bajista, y como teléfono de contacto puso el mío debido a que él no le presta mucha atención al suyo. Así que días después de la publicación un número desconocido me llamó. Su acento era un raro. Pronunciaba las palabras de tal manera que parecía masticarlas. La chica quería formar parte del grupo y no pedía nada a cambio, salvo una condición, que un amigo suyo entrara también. 
Le dije que los demás puestos estaban ocupados ya, pero ella se negó. Dijo que nunca estaba de más una guitarra y que el chico tocaba verdaderamente bien. Luo. Ese era el nombre del chaval. Hablé con Gabriel y quedamos en hacerle unas pruebas, a las que vinieron semi-disfrazados de góticos (y digo eso porque la ropa que llevaban era rarísima. Era un intento de parecer otra cosa).  Bri tocaba realmente bien, y Luo no lo hacía nada mal. Era un poco torpe con algunos acordes pero no era desagradable. 
Gabriel les dijo que estaban dentro, y los dos...boquiabiertos se miraron y comenzaron a gritar. Eran muy jóvenes, apenas unos dieciocho años. 
Cuando se iban a ir, Luo se le acercó a Gabriel y le dijo algo en voz baja. Gabriel rompió a llorar y contestó que no hacía falta. Que la apariencia no importaba. Acto seguido, Luo y Bri se quitaron las camisetas agujereadas y los piercing falsos y los tiraron a la basura.  Le pregunté a Bri si ella había tenido alguna duda acerca de entrar en el grupo, y me dijo que nunca. Que eso de que hubiera una maldición le motivaba aún más. 
Así es como entraron los dos nuevos. Les abrí el maletero y metieron sus cosas. Iban cargadisimos. Justo después llamaron a sus padres para saber si habían conseguido aparcar. Habían traído a sus padres....

Gabriel no tardó en aparecer. Dejó el coche al lado del autobús y descargó la batería, el bajo de Lily y otros dos amplificadores. Cuando vació el coche llamó a alguien para que lo recogiera y lo dejara en su casa. Supongo que a algún primo suyo o algún colega. Me saludó y me miró a los ojos, y bajé la vista. Más de seis meses ocultándole lo de Luz... para cuando él se entere el niño ya habrá nacido, si es que nace...

Comenzaron a venir padres y amigos para despedirse. Bri y Luo no paraban de dar saltos, Gabriel fumaba sin parar y Marcos seguia dormido dentro del autobús. Mis padres no vinieron. Tampoco les di la oportunidad ya que les avisé en ese mismo momento. Estuvimos hablando por teléfono bastante rato. Mi madre no paraba de llorar porque decía que era mucho tiempo, que tanta carretera era peligroso, que si me podía poner enferma... Lo típico de una madre. Mi padre, sin embargo, me dijo que tenía un par de ovarios y que me lo pasara genial. Así son las cosas. 

David y Luz vinieron a despedirse. Noté a David un poco raro cuando nos dimos el abrazo... Era como si quisiera decirme algo. Desde la noche del bar pirata presiento que siente algo por mí. Fue una locura esa fiesta. No recuerdo muy bien lo que pasó, aunque sí me acuerdo de que nos besamos. Es un buen tipo. 

El viaje en bus fue horrible. Ocho horas dentro de una caja rectangular escuchando la emisora predilecta de los conductores de autobús... Durante el trayecto no paraba de pensar en cómo sería nuestro primer concierto. Sé que iba a ser en un bar, pero me recordaba tanto a cuando tocábamos antes...
También me acordé de la pija y su chucho. No sé cómo voy a dormir sin ellos. 

Vi el atardecer llegando a nuestro destino. El cielo estaba bañado de un naranja rojizo, y las nubes parecían algodón de azúcar. Sentí las manos de alguien sobre mis hombros. Era Marcos. 

-Ya hemos llegado. ¿No es genial?

El motel dónde nos íbamos a alojar durante una semana era horrible. Se llamaba "Nuevo Horizonte", un nombre muy comercial para semejante espanto. Tenía desconchones y una parte del tejado estaba derruida.  Las habitaciones no estaban mal. El suelo era de moqueta, y había manchas oscuras de origen desconocido por todas partes. El cuarto de baño parecía limpio, aunque los grifos eran viejos y la cisterna era de cadena. Las camas chirriaban y las colchas estaban descosidas, pero dentro de lo que cabe, no me esperaba nada mejor. Deshice las maletas y salí a ver los alrededores. Estábamos a las afueras de una ciudad grande. Había mucho tráfico y el motel estaba lleno de gente. Yo dormía con Bri, y Marcos con Gabriel y Luo. A saber cómo se tomaría Gabriel lo de dormir rodeado de tanta testosterona. 

 

Debería saltar de alegría, pero siento que aunque realmente quiero hacer esto, falta alguien a mi lado. 
Volveré pronto. Lo prometo.

sábado, 11 de enero de 2014

Luz


Adiós...y hola.

He tardado media hora en controlar el llanto para poder escribir, porque las lágrimas no me dejaban ver. Se han ido ya. Todos. Mientras escribo esto sonrío, pensando cómo va a cambiar mi vida a partir de ahora. No es alegría, es...intentar controlar la desolación. 

Me resultó difícil ver a Gabriel esta mañana. Estaba todo el grupo montando su equipo en el autobús. Los dos nuevos saltaban de la emoción y se abrazaban una y otra vez. Sus padres los miraban desde la acera, esperando que se acercaran a despedirse. Sam hablaba por teléfono mientras daba vueltas en círculo. Pude ver alegría, pero algo de tristeza también. Y él, él estaba apoyado el autobús, fumándose el último cigarro antes del viaje. Quería acercarme y besarle. Quería decirle que lo apoyaba y que esperaba su regreso. Pero, en vez de eso, lo observé desde la distancia. 

Sentí una mano en el hombro. Era David. Supongo que Sam le contaría mi pelea con Gabriel, o quizás se daría cuenta él. Se fija mucho en esas cosas. Se quedó callado a mi lado, fijo, estático e inmóvil, como si fuera una sombra. Ambos observamos cómo dos personas importantes de nuestra vida se iban a cumplir su sueño. Le miré, y él entendió mi mirada. Me dio un empujón y las fuerzas suficientes para acercarme a donde estaban ellos. Sam acababa de colgar, corrió hacia mí y me abrazó con fuerza. 

-Vendré pronto. Te lo prometo. 
-No prometas lo que no sabes si podrás cumplir. Tú encárgate de que todo vaya bien y no hagas locuras,
-Vale mamá. 
Nos separamos y me miró con cariño. Y luego bajó la mirada. 
-Prometo cuidar de él. Sé que te quiere con locura. Solo está nervioso y confuso.
-No hace falta que le excuses, no estoy enfadada. Pero, por favor, no le digas nada de...
-No se lo diré. Tranquila. Aunque estoy en contra, pero bueno. Es tu decisión, y te apoyo. 
-Gracias. Buen viaje. Llámame de vez en cuando, para saber que no estás muerta.
-Si. No te preocupes.

Sam se fue hacia David, y yo di media vuelta y comencé a andar hacia la casa. Cuando creía que estaba lo suficientemente lejos como para no escucharlos, Gabriel gritó.
-¿No piensas despedirte de mí? 

Se me encogió el corazón y una lágrima resbaló por mi mejilla. Volví sobre mis pasos y me fundí con él en un cálido abrazo. Sentí el olor a cerveza y a naranja, tan característicos de él. Apreté con todas mis fuerzas mis dedos contra su espalda, y escuché el latido acelerado de su corazón. 
-Siento lo del otro día. Yo...
-No pasa nada. Ve y cumple tu sueño. Yo estaré siempre aquí.

Gabriel sonrió y me besó. Y su beso sabía a despedida. Era dulce y amargo. Sentí un nudo en la garganta. Noté sus manos alrededor de mi cintura, y quise decirle todo. Pero me callé.

Lo último que vi fue el autobús yéndose y la mano de Sam pegada al cristal trasero. Estaba fuertemente cogida de la mano de David. No paré de agitar la mano a modo de adiós hasta que dejé de ver el autobús. 

Sé que he hecho lo correcto, pero me duele tanto haberlo hecho. Si le hubiera dicho a Gabriel la verdad...
Si le hubiera dicho que el día que peleamos no estaba triste, sino preocupada. Si le hubiera dicho...que estaba embarazada...

Si se lo hubiera dicho me habría arrepentido el resto de mi vida. Hubiera sido retenerle, hubiera sido una excusa típica de película. Pero lo hubiera tenido a mi lado. 

Estoy de dos meses. ¡Dos meses! ¿Cómo no me he dado cuenta? Apenas he tenido náuseas...Si es verdad que me han crecido los pechos, y que me noto un poco más voluminosa que antes, pero pensaba que era el estrés de los exámenes y las calorías de los deliciosos donuts de chocolate. 
Embarazada. Sin terminar la carrera, sin dinero... y sola. 

Con lo que he criticado a las chicas jóvenes que se quedaban embarazadas. Diciéndoles que se iban a destrozar la vida, que no podrían completar sus estudios ni podrían salir de fiesta. Y ahora aquí, el claro ejemplo del karma y la irresponsabilidad.  

Siempre había dicho que si me quedaba embarazada sin tener trabajo abortaría. Que eso era tirar a la basura el futuro. Pero, cuando vi el test positivo... todo cambió. Tenía algo en mí que estaba creciendo. Algo inocente y frágil. Algo mío y de Gabriel. Y me imaginé una vida preciosa, llena de felicidad. Me imaginé sus primeros pasos, sus primeras palabras, las actuaciones del colegio... Y entendí que no era destrozarse la vida. Era un cambio radical, pero hermoso.

La ginecóloga me ha dicho que la semana que viene podré hacerme la primera ecografía. Según ella, podré escuchar el latido de su corazón. Me ha preguntado si iré sola, y no sé si se deberá a las hormonas o no, pero no he podido evitar llorar.

Así que, adiós al padre de mi hijo, desconocedor de lo que se avecina, y hola a varios meses de dolor de espalda e incansables ganas de comer. 




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