martes, 12 de junio de 2012

Sam

¿Puede ser una justificación de un comportamiento inmoral de una persona, la ignorancia y el contexto histórico en el que se vive? es decir, ¿Podemos hablar de una evolución de la inmoralidad, y una evolución del bien y del mal? 


Me he planteado esta cuestión al leer el pensamiento de un importante filósofo que aceptaba la guerra como medio para conseguir el fin, y el crimen como mejor aliado de la obediencia. 


Se venera y se estudia su pensamiento como obra revolucionaria en su época. Cuando se habla de él, se habla de un gran hombre. Sin embargo, si hablamos de Hitler o de Gadafi hablamos con desprecio y odio. 


No veo en sus pensamientos mucha diferencia. Ambos creían en el crimen, ambos utilizaban la guerra. 


Quizás nos encontramos ante una comprensión de un contexto social e histórico. Para esa época, era una idea buena. Pero para la actual no. ¿Entonces el bien y el mal cambian conforme cambia la historia? ¿Son valores mutables? ¿Puede un valor mutable llegar a ser considerado como absoluto?


Si tomamos como base que el bien y el mal cambian, entonces llegamos a la conclusión de que el hombre evoluciona, y de que los conceptos creados por él tan seguros y confiables en una época concreta, pueden variar conforme pasa el tiempo. ¿Debemos entonces tener una fe ciega en lo que ahora tomamos como moral?


Está mal matar, está bien ayudar. Sentenciamos a personas que no comparten esta moralidad. Las encerramos, y puede que sean ellas las que en un futuro guíen nuestros actos. 


La historia es un péndulo. Sale una idea, luego su reacción contraria, que a su vez genera una idea contraria semejante a la anterior...


Nada es eterno. Nada es inmutable, nada es totalmente moral.  ¿Cómo podemos entonces fijar unas leyes que perduren? 


Buscamos la felicidad, la libertad, la igualdad y la sociedad perfecta.  ¿Se podrán alcanzar estas metas teniendo unos conceptos actualmente inmutables como las leyes sociales?


En fin, tenía que escribir esto porque me estoy volviendo loca. Mi mente no para de divagar sobre la injusticia, la crisis, el fin del mundo...








Ayer salí con Irene. Fue una tarde bastante entretenida. Le di la oportunidad a Sano , pero no creo que sea lo que busco. Es un buen tipo, simpático, amable, considerado...pero no es Jou. 


Aunque soy de las que piensan que no existe una media naranja predestinada, y que esta se va formando conforme pasan los días, deseo poder seguir adelante sin pensar que, tal vez, perdí mi oportunidad. 


Irene está depresiva perdida. 
Tengo miedo de que quiera hacer alguna estupidez. Las mujeres por amor nos convertimos en imbéciles irracionales. Por odio en psicópatas natas.


Le he propuesto que escriba cartas de vez en cuando. Y así que se desahogue. Me ha prometido empezar hoy. 


Queráis o no, un relato siempre tiene algo íntimo del autor, que cuando lo escribe, lo entiende mejor.

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