martes, 4 de septiembre de 2012

Sam

Hay momentos inexplicables en la vida.  Situaciones que te dejan sin palabras y en las que no sabes cómo actuar. Anoche fue uno de esos momentos.

Había quedado con Gabriel para ver una peli en casa. Pensé que a Luz no le importaría irse esa noche por ahí.
Por lo visto la pija pensó igual, porque también había quedado en casa con su ligue.
He de confesar que me enfadé. ¿Por qué no me lo dijo? Pero después caí en que yo tampoco había dicho nada. Había una falta de comunicación tremenda entre nosotras, y eso era culpa de ambas.

Todo se hubiera arreglado si nos hubiéramos enterado de los planes de cada una antes de la hora. Pero hasta que no llamaron a la puerta, no nos dimos cuenta.

La primera vez que sonó abrí yo. Al ver a un chico alto, rubio y guapete supuse que se habría equivocado.
Cuando preguntó si era el piso de Luz, asentí y le dejé pasar.

Yo no tenía ni idea de que ella tenía novio. Es más, nunca lo habría sospechado. La veía demasiado infantil y descerebrada para mantener una relación. Demasiado enamoradiza.

El chaval se presentó, dijo que se llamaba David, y acto seguido se sentó en el sofá.
El chucho, que andaba dando vueltas de un lado para otro se le acercó y le lamió la mano. David se rió. Y yo también.

Luz tardó poco en salir de su habitación. Y cuando lo hizo, los ojos de David se iluminaron. Por dios, estaba coladísimo por ella.
Ella le saludó con un beso en los labios, le sonrió y se sentó en el sofá.

-Luz, ¿Te piensas quedar aquí?
-Si, no tengo ganas de salir. Hoy no hace buena noche. ¿Por qué? ¿Te molesta?
-No...es que había quedado con Gabriel para ver una peli aquí.

Claro que me molestaba. ¿No hace buena noche? Bah, ni que el nublado te quitara la luz del sol.
-Ah...bueno, entonces nos vamos.

David se levantó del sofá y le tendió la mano a la pija. En ese momento sonó la puerta de nuevo.
Cuando abrí me encontré a Gabriel empapado.
-¿Qué te ha pasado?
-No sé...Dios se meó sobre mí. No le gustará que le hagan competencia.
-Es que...David acaba de llegar y él no se ha mojado.
-Ah, bueno, no será tan guapo como yo. Por cierto...¿quién es David? Pensaba que íbamos a estar tú y yo.
-Ya....es el ligue de mi compañera. Ellos pensaban lo mismo. Pero se van ya.
-Eres mala. Me gusta.

Gabriel entró en el piso y se quedó observando a los dos tortolitos abrazándose. Seguro...y digo seguro porque no hay una palabra que se acerque más a la certeza...que estaba pensando en ese momento: "Qué tierno".

Ese instante no duró mucho porque el perro se abalanzó sobre él y le empezó a gruñir. Luz se separó del chico y fue directa a por el chucho.
-¡Conan! ¡Quieto!

El chucho se quitó de encima de Gabriel y con el rabo entre las patas se apartó.

-¿Conan? ¿Qué c..?
-Le gusta ese nombre. Mientras te duchabas estuve llamándole con diferentes nombres y con ese giró la cabeza. Tiene buen gusto.
-¿No piensas contar conmigo en nada? Joder, vale que hagas planes sin consultármelo, vale que traigas un perro al piso...pero podrías haber esperado ,¿no?
-Sam, no lo he hecho de malas. Además, como dijiste que el perro se iba, pues pensé en ponerle nombre y mimarlo un poco antes de darlo en adopción.
-Ya hablaremos esto más tarde. ¿Estás bien?- No me había dado cuenta de que Gabriel no se había levantado todavía.
-Si, solo que me siento babeado.
-Tío, estás blanco. Anda, que te ayudo.
David se había acercado y le estaba ofreciendo el brazo a Gabriel para levantarlo.
Este se dio la vuelta y se levantó solo.

Le dije que se podía duchar, que teníamos en casa ropa ancha y que le quedaría bien.
Luz se fue a sacar al perro para que se relajara, y yo me quedé a solas con David.

-Bueno, ¿y cuánto lleváis?
-Ah..no estamos saliendo.
-Pensaba que... no sé, os vi tan acaramelados...
-No solemos estar así. Luz no se deja tocar mucho. Le gusta que le mimen pero es un poco como los gatos...si quiere te deja y si no le apetece te aguantas.
-No me imaginaba que ella fuera así. La veo siempre tan cariñosa, tan atenta..
-Claro, es atenta con todos. No sé cómo explicártelo.
-Va, va... La tengo en casa, tarde o temprano me daré cuenta de cómo es. Por cierto, no hace falta que os vayáis. Hay sitio para todos aquí.
-Vaya, gracias. La verdad es que Luz te mintió. No hemos salido porque sabe que no tengo ahora mismo trabajo, y no quiere que me gaste dinero.
-Pero...¿cuántos años tienes? Pensaba que estarías estudiando.
-No fui a la universidad. Tengo veintiún años.
-Guau, tienes un año más que yo. Pensaba que serías de la edad de Luz.
-Qué va. Ella tiene la edad con la que se piensa que uno es capaz de todo, hasta de comerse el mundo. Es una buena edad. Luego creces y te das cuenta de que el mundo puede esperar.
-Me sorprendes. Te veía más callado y resulta que sabes hablar. Impresionante.
-Fíjate, yo te veía más borde. No es que seas encantadora pero bueno, no estás mal, en el sentido interno claro.
-Gracias, supongo.

Luz llegó con el chucho poco después y se puso a preparar algo de picar. Así que me fui con ella y le estuve ayudando. 
Gabriel salió de la ducha y se quedó de pie, mirando la escena. Luego se puso a toquetear la tele y terminó poniendo La milla verde, como tributo al actor muerto.

Así que estábamos cuatro personas alrededor del televisor. Dos en el sofá y otros dos en el suelo con cojines y mantas. Y no, no estabamos por parejitas. Luz y yo estábamos en el suelo, con Conan en el medio, y Gabriel y David en el sofá, cada uno más distanciado del otro.

A mitad de la película me levanté y cogí una botella de vodka mora. La botella fue pasando de boca a boca sin rechistar. Bueno, creo que Gabriel dijo algo así como qué mariconada es esta...pero apenas se le oyó.

Cuando la película terminó (por cierto, tengo que recomendarla porque es fantástica)

en vez de echar a los tíos y acostarnos, nos pusimos a jugar a las cartas. A mí se me da muy mal perder.
Perdí. Tiré las cartas y comencé a gritar. Se rieron todos y echamos otra partida.
David no paraba de sonreír, Gabriel estaba en otro mundo, yo estaba de malhumor...y Luz ganaba. 
Hasta le tiré un cojín. 
Luego jugamos a una especie de trivial. Chicas contra chicos... Nos estaban pegando una paliza, pero un fallo de David les delató. ¡Hacían trampas!
Así que terminamos pegándonos. David me arrastró por todo el piso, Luz estaba puesta de una manera antinatural, enrollada en Gabriel, y este no paraba de reírse.

Bien, el resultado fue un estilo a los setenta. Pelo revuelto, ojos morados, ropa desgarrada....

El primero que se marchó fue David. Decía algo del hospital. Al ver que Luz agachaba la mirada más o menos entendí. Se quedaron un rato abajo, porque se les oía en el portal. Gabriel se fumó un cigarro y yo le acompañé. 

-Al final no ha estado tan mal la noche. 
-No, la verdad es que no. Además, me he secado.
-Normal, has utilizado a la pija de toalla.
-Ya, y a tí te han utilizado de mopa.
-Por lo menos no me odian los perros.
-Claro, porque tú eres de su raza.
-Guau. Cómo estamos, ¿eh?
-Nah, te tengo que meter caña que sino te rebelas.
-Ya, ¿qué pasa? ¿te gustan las mujeres sumisas? 
-Como más me gustan las mujeres es a cuatro patas y con mordaza. 
-Qué explícito. 
-Que cotilla.

Luz interrumpió la conversación. Así que aproveché que ella había regresado para ir al baño. 
Cuando salí me encontré a Luz sola. Le pregunté por Gabriel, ella encogió los hombros y dijo "Se tuvo que ir, estaba cansado".

Pero mi momento sin palabras fue después, mucho después de acostarme en la cama. Mucho después de oír cómo apagaba las luces mi compañera. Mucho después del camión de la basura. 
Fue en ese instante en el que estás a punto de dormirte. En el que la cama te traga, y te sientes volar. En el que no puedes abrir los ojos, y una sonrisa se apodera de tí. En ese instante donde se junta la realidad y el sueño. Noté como el corazón se me aceleraba, al recordar que durante la noche, volví a recuperar la ilusión.



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