jueves, 14 de junio de 2012

Luz

Quiero que me trague la tierra. Desaparecer, llorar durante toda la noche y que nadie me moleste. 
Tener unos padres como los míos es algo, algo, inhumano. 

¿Cómo pueden ser así? ¿Por qué no me entienden? ¿Tan difícil es hablar las cosas sin tener que subir el tono de voz? 

Sé que cuando se discute se dicen muchas cosas que luego no piensas de verdad. Pero también dicen que en los momentos más angustiosos es cuando eres totalmente sincero. Cuando no te callas lo que piensas. 
No creo que por llegar tarde un día la reacción tenga que ser tan excesiva. 

Mientras me gritaban, me levantaban la mano y me cortaban cuando hablaba pensaba, "¿cómo he llegado hasta aquí?".

Me amenazaron con echarme de casa. Me dijeron que nunca me habían querido tener, que era un error. 
Que estaba loca. Que era una vergüenza. Que por qué no podía ser como la hija de fulanito y menganita. 

Quise gritar, y decirles que me iba a ir. Quise coger las maletas, como tantas otras veces, llenarlas con ropa y salir de la casa. 
Pero no lo hice. Y no lo hice porque sabía que después no tendría el valor de pasar la noche fuera. 
Porque volvería con el rabo entre las piernas como todas las veces anteriores, soportando las burlas de ellos. 

No tenía fuerza. Ojalá tuviera el valor para decir adiós para siempre. Para no necesitar sus consejos, para no extrañar sus risas...
Simplemente me callé, me tragué las lágrimas y aguanté, hasta que se cansaron y se fueron. 

No llevaban razón. Esas cosas no se pueden decir. Sé que está mal contestar a tus padres, pero también está mal tratar así a tus hijos. 

Amar es no tener nunca que pedir perdón. Es nunca hacer daño.
Y yo deseaba que mis padres se dieran cuenta de que ya no era una niña. Que no podían reprocharme todo, solo porque estaban acostumbrados a eso. 

Por eso ahora estoy en la cama, deseando que me trague la tierra, deseando desaparecer y poder llorar toda la noche sin que nadie me moleste. 

Pero no, la cena ya está lista, y tengo que fingir una sonrisa, aguantar las caras largas de mis padres, y la siguiente discusión.

Gabriel

Día 7:

Acabo de salir de comisaría. Empezar así el día no creo que sea bueno.
Ayer casi mato a un chaval. Casi. Faltó el golpe de gracia. Eso y un buen palo para empalarlo luego.

Cuando el policía me interrogó, me pidió un resumen de los acontecimientos.  Mi contestación no fue del todo muy acertada.

Al cabo de las horas me preguntaron que si sabía en qué lío me había metido. Y desde ahí la conversación se volvió interesante.

-¿Sabes en que lío te has metido?
-Más o menos. Doler duele.
-¿Sabes que siendo mayor de edad por esto puedes ir a la cárcel?
-No creo, pero sí, lo sé.
-¿No tienes nada que contarnos?
-Me sé un par de chistes...pero aviso que gracia no tengo.
-¿Te das cuenta de que esa actitud no te va a ayudar para nada?
-Cada uno es como es, o lo aceptas o terminas siendo policía y...
-¡Cállate ya! Si lo ves como una broma vas a saber lo que es bueno. Y verás como no te ríes tanto.


He pasado la noche en comisaría, sentado en una silla, viendo cómo me miraban los policías al pasar.
A eso de las cinco se me acercó un tipo diciendo ser psicólogo (Tengo que hacer un libro que se titule "Mi vida y los psicólogos").
-¿Qué ha pasado? Desahógate. No creo que no hayas tenido motivos para hacer lo que has hecho.
-Los motivos que tenga son míos. Desde luego no voy a discutir que lo que he hecho es totalmente penalizable. Pero, ¿qué importan los motivos cuando los hechos son inaceptables?
-Hombre, con motivos de base sólida el juicio sería diferente.
-No creo que vaya a juicio.
-El chaval no dice lo mismo.
-El chaval está en shock.
-Le has roto el pómulo, tres costillas y le has sacado un hombro.
-Él me ha arañado aquí, ¿lo ve? Y mire, tengo un moratón en el brazo derecho. Y creo que mis nudillos no eran antes así.
-¿No te arrepientes entonces de haber actuado así?
-En absoluto.
-¿No piensas confesar?

Ahí, solo se me vino una frase en mente.
-¿De qué me sirve confesarme, si no me arrepiento?

El Padrino, gran película.

-Si vas a juicio y sigues comportándote así, te van a llevar a la cárcel. Por lo que sé , no es tu primer delito, y no hace ni cinco meses del último.
-Verá (otra de mis grandes películas, El señor de la Guerra), va a pasar lo que siempre pasa. Me van a soltar, van a denunciarme, y dos semanas antes del juicio retirarán la denuncia.
-¿Tan seguro estás?
-Como que me llamo Gabriel.
-Ya lo veremos.


Fin.
En mi defensa he de decir que ese tío estaba pegándole a una puta. Estaba pasando yo al lado y le dije que parara, y se volvió contra mí.
No es que no pudiera contarle esto a la policía, simplemente no creo que valga la pena contarlo cuando sé que no van a buscar a la mujer. Y que, si la buscan, no la encontrarán. Esa ya no está aquí.

Además, no puedo ir diciendo que voy salvando mujeres maltratadas. Me pueden tomar como un príncipe o algo por el estilo.

Y sí. No va a haber juicio. Mi padre, como siempre, se encargará de sobornar a la familia del tío.
Porque así es nuestra relación. Haz lo que quieras, que a mi me sobra el dinero.

Pues en ello estoy...

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