jueves, 7 de junio de 2012

Luz

¿Qué queréis que os cuente primero? ¿Mi gran actuación como chica fría y desinteresada en los tíos o  mi gran caída estrepitosa en el metro?


Estaba esperando como siempre en los bancos de la estación del metro. Y, lo vi aparecer. Por el rabillo del ojo me fijé que dio un paso atrás, así que pensé: "Seguro que está cansado de las acosadoras".
Como se quedó quieto, decidí no mirarle. 
Me di cuenta que el de vez en cuando me echaba un ojo, pero claro, yo tenía que fingir que no me importaba. 


¡Cómo me ha costado! Quería levantarme, sonreírle y decirle que me encantaba. 


LLegó el metro y pasé justo al lado de él. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no sonrojarme. 


Durante el viaje en metro le miré un par de veces, pero miradas muy rápidas, para que no me descubriera.


En una curva que dio el metro bruscamente me caí al suelo. Quería morirme.  Pensé en llorar, en decir que me había partido algo para que me tuviera que coger en brazos...pero sabía que eso no iba a pasar. Luego opté por levantarme rápidamente, pero ya habían pasado unos segundos...todo el mundo me había visto.
Así que hice lo único que sé hacer en momentos de desesperación...reirme.


Me reí por la caída, por la tarde con David, por la pelea con mi padre, por los exámenes, por todo.


Al cabo de un rato levanté la cabeza y le tendí mi mano para que me ayudara a levantarme. 


Desde ahí abajo, él parecía un príncipe, y yo su damisela en apuros.




  En cuanto a David... Llegó media hora tarde, lleno de barro y con un montón de globos de helio. 
Resulta que iba en bici y una chica se le cruzó por el carril sin mirar y para no atropellarla derrapó y terminó en el barro. 
Como llegaba tarde y no podía cambiarse de camiseta, le compró a un señor varios globos para que las manchas pasaran desapercibidas.


La tarde fue muy agradable. Es uno de esos chicos que te abren su corazón desde el primer momento. Esos que ponen en el suelo su chaqueta para que tú no pises un charco. Esos que te dan rosas cualquier día de la semana, sin tener que esperar al aniversario. Los que se dedican a hacerte feliz sin pedir nada a cambio. 
Los buenos, vaya.


Seguramente cuando tenga un par de años más y me canse de los chicos malos, buscaré a hombres como David. O incluso puede que lo busque a él.  Nadie sabe los caminos que nos guían, ni las aventuras que nos deparan.


Hoy me dormiré pensando en dos cosas:
 La sonrisa de David, y los ojos de mi estrella.

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