sábado, 9 de junio de 2012

Sam

Esta mañana me despertó un mensaje de un número desconocido.


"Lugar de siempre. Hora de siempre"


Me quedé sorprendida. Solo había dos personas que me pudieran decir eso. Una era Jou, de quién tenía su número guardado. Y otra era Gabriel. El incostante. 


Aunque tenía la esperanza de que fuera Jou desde otro número, arrepentido de haberme dejado, me preparé para quedar con Gabriel. 
Gabriel nunca había tenido un número por más de un mes. Decía que iba cambiando para que las mujeres no le atosigaran, ni para que los novios le molestaran, ni para que los desconocidos incordiaran.
Así era él. 


Cuando Jou me presentó a Gabriel recuerdo haber estado asustada. Imponía mucho. 
Era como un trozo de roca impenetrable. Ni sonreía, ni mostraba nada. Su cara estaba vacía de expresión.
Era el batería del grupo de Jou. Eran amigos desde la infancia. Resulta que sus padre estuvo liado con la madre de Jou. Al principio se odiaban, pero poco después empezaron a juntarse para hacerle la vida imposible a los padres. Cuando estos lo dejaron, ellos siguieron viéndose y formaron un grupo. 


Jou me llevó a casa de Gabriel cuando apenas llevábamos un par de meses.  Desde ese momento y hasta la separación del grupo, al cabo de un año, Gabriel, Lily y yo éramos inseparables.


Lily era la bajista. Estaba ennoviada con el guitarra, Marcos. Se quedó embarazada y cuando sus padres se enteraron le pegaron una paliza. Marcos y ella pretendían fugarse porque no querían abortar. Al final todo salió mal, los padres de ella le pillaron haciendo la maleta y la encerraron. Pocos días después se suicidó. 
Desde entonces el grupo dejó de juntarse. Al último que vi fue a Marcos, alcohólico y drogado hasta las cejas en un callejón. Ni me reconoció.


Gabriel desapareció del mundo. Hasta ahora. 






Fui a la tienda un poco más tarde de las once. Subí las escaleras mecánicas y cuando llegué arriba fui a la estantería donde estaba el único disco de Los inconscientes. 


Gabriel no estaba allí, así que supuse que se había cansado de esperar. Cuando me di la vuelta, lo vi gritarle a una chica. Por lo visto se había dejado el móvil. 
Al girarse, me quedé estupefacta. Gabriel estaba contento.


Cuando me vio cambió instantáneamente el semblante. Se acercó a mí y me dio un gran abrazo.


-Cuánto tiempo, desaparecido.
-Cuánto tiempo, enana.
-¿Qué te trae por estas tierras?
-No mucho, la verdad. Me encontré el otro día a Jou.
-Entonces lo sabes ya...¿no? En fin, fue bonito mientras duró.
-¿Quieres dar una vuelta?
-Espérate...¿sigue todavía el disco ahí?


Gabriel se giró hacia la estantería, movió unos cuantos discos y cogió el de su grupo.
-¿Por qué lo escondes?
-Porque es único. No quiero que lo tenga nadie que yo no quiera.
-¿y por qué no lo compras?
-Porque así es más arriesgado. Además...por el bien del grupo, tendría que venderse.
-Raro. 
-Puta
-
Ambos nos quedamos callados...Lily tendría que haber dicho "Eh, parad, puercos sin dientes!"


Nos miramos y salimos en silencio de la tienda. Cuando estábamos abajo le pegué un puñetazo en el hombro, y él sonrió.


Terminamos tirados en un banco, apartados de la gente, hablando del tiempo, de las vacaciones, de las noticias...De todo menos del pasado.


Cuando nos despedimos, comencé a andar y Gabriel me agarró la muñeca.
Se quedó callado un rato, y luego me clavó la mirada.
-No hagas tonterías. 
-No las haré. ¿Te acuerdas de Rocky Balboa?
-Si.
-"Si sabes lo que tú vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que aguantar los golpes".
-Nada acaba hasta que tú no sientas que acaba.

Me di la vuelta y noté como la mano de Gabriel dejaba de agarrarme. En el fondo lo echaba muchísimo de menos.
Era un hombre que no estaba hecho para una mujer especial. Y menos para mí. Pero cuando os digo que lo echaba de menos, creédme. Por muy poco que pueda darte, por muy poco que creas que le importas, una sola de sus palabras vale más que cualquier sermón de algún amigo.


Su amistad era así, como la lluvia fina. No se sabía cuándo iba a venir o cuándo se iría. No tenía pasado, ni futuro. Era ese momento y ese lugar. No se notaba su presencia, pero al final, terminabas empapado.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario :