miércoles, 6 de junio de 2012

Sam:

Mi novio me ha dejado. Después de tres años saliendo ha decidido que le van más las rubias. 
Está cansado de que pase de él, de mis estudios, de mis amigos, de mi música, de todo lo que me rodea. 
Ayer por la noche le hablé como siempre. Él agachó la cabeza y torció el gesto. Luego me cogió las manos y dijo, tan tranquilo: 
-Ya va siendo hora de que cada uno siga su camino por separado. Han sido unos buenos años, pero he encontrado a la persona por la que merece la pena perder la vida.


Sabía que esto iba a pasar. Cuando empezamos a salir, yo era su amiga. Era esa chica que le animaba, que le daba palmaditas en la espalda y con la que se acostaba sin tener que pedir permiso. 
Esto no quiere decir que yo sea una abierta de patas. Solo que veo las cosas como son. El sexo es sexo, y el amor es amor. Cada uno por su lado. Yo sentía amor, él quería sexo. ¿Puede haber algo más complentado que eso?
El día que me pidió que fuera su novia le había dicho "Yo no te voy a hacer feliz. No te voy a besar cuando quieras besos, ni voy a complacerte siempre que lo pidas. No voy a decirte te quiero, ni te amo, ni nada. 
Pero me tendrás cuando busques una sonrisa, cuando necesites un hombro, cuando no puedas dormir. Mientras buscas la felicidad, yo seré lo que te mantenga con vida". 


Así que si, digamos que desde el principio sabía que la relación estaba condenada al fracaso. 
No, no lloré. No le dije que lo pensara, que le quería, que no podía estar sin él. 
Tan solo sonreí, le di mi enhorabuena y me fui, con la frente alta. Para llorar ya tengo mi cuarto. 


Mi madre creo que se ha dado cuenta, pero sabe que no debe preguntar. Tengo ya veinte años. Si sigue preguntando y consolándome jamás me iré de casa. 
La semana que viene comienzo a buscar piso. Quiero dejar atrás estos tres años. Soy fuerte y muy cabezota, y si me propongo olvidar, lo consigo. 




Pero hoy, dejadme llorar tranquila. Que mañana me comeré el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario :