miércoles, 6 de junio de 2012

David

Hoy ha sido un día del carajo. He estado con mis amigos jugando al fútbol, he conseguido el teléfono de una chica (que además de estar buena es simpatiquísima), he jugado con mis sobrinos en el parque y me han hecho para cenar canelones. Mi plato favorito. Y todo gracias a que ayer pisé una mierda. ¿Se puede ser más feliz que yo? Imposible. 

Ahora después de cenar me toca ir al trabajo. Trabajo de noche de reponedor en el Mercadona. Es un buen trabajo. Además ese dinero viene bien a mi familia. 
Estaré hasta las doce del mediodía trabajando y luego a dormir. Nunca pensé que encontraría trabajo. Y mucho menos en una empresa como Mercadona. Eso de dejar mis estudios no fue buena idea. La verdad es que me gustaba estudiar, pero me junté con la gente que no debía y me dejé influír. Eran muy majos, eso sí. 
Al final tuve que elegir, o mucho dinero para profesores particulares, o ayudar a mi padre en su trabajo. 
Elegí lo segundo. Y ya véis, después de cinco años donde estoy. 

La gente se queja de estos trabajos, pero a mí me gustan. Conoces a gente encantadora, aprendes cosas nuevas, y sólo te exigen resistencia. Y yo soy un superviviente. 

Pasado mañana operan a mi hermana. Mi padre y yo hemos tenido que trabajar más horas para poder pagar la operación, porque la Seguridad Social no la cubría. 
Ella está un poco asustada, pero sabe que se va a poner bien. Supongo que esta noche me pedirá que le cuente el cuento del rey y el anillo, ese que dice "Todo pasará". 

Aunque no haya terminado mis estudios, siempre me ha encantado leer. Por eso he ido aprendiendo con mi hermana y sus libros de clase. Ella este año termina segundo de bachillerato. 
Yo tendría que estar en tercero de carrera. 

Bueno, me voy, que si no no me da tiempo a ducharme, y no se puede ir guarro a trabajar. 


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