martes, 11 de diciembre de 2012

Sam

Una extraña coincidencia.

Acabo de volver de una barbacoa que han organizado unos amigos. Al principio no me apetecía, ya que iba sola. Irene estaba con su nueva novia, Luz estaba en una boda y Gabriel estaba desaparecido.

Lo de Irene me ha sorprendido gratamente. Ahora es mucho más positiva, alegre y entusiasta. La veo rebosante de energía. Sabía desde hace tiempo que se traía algo entre manos, pero no quise preguntar. 
Me ha contado que cada día está más enamorada de su pareja, que le da la fuerza suficiente como para afrontar todo lo que se le venga encima. Está tan bien. Hubo un momento en que la llamaa se quedó estancada. Le iba a preguntar que si se quería venir conmigo a la barbacoa pero la escuché sollozar. 
"¿Qué te pasa?" "Nada, siento como si le estuviera traicionando a Sara. Soy tan feliz, y ella ya no está aquí. ¿No debería estar triste?" "Las personas quieren, aun sin darse cuenta. No has dejado de quererla. Simplemente, has encontrado a una persona a quien también querer. No tienes por qué sentirte mal. Ella seguro que se alegra por verte así".  "Si, se alegrará. De todas maneras quedaré con su hermano para ver cómo está".

Mucha charla para que me dijera que no podía venir. 
Así que he ido a la barbacoa totalmente sola. Conozco a la gente, pero no son parte de mi círculo de amigos. Son conocidos con los que charlar un rato. Gente simpática, cachonda, divertida pero totalmente vacía. No digo que sean vacíos. Tendrán sus problemas, sus personalidades, sus gustos...solo que no me transmiten nada. Ni yo quiero romper el muro ni ellos quieren bajar el puente.

Lo importante es que la quedada salió bien. Hasta que llegó él.
Veréis, no entiendo cómo las personas pueden conocerse, entrelazarse, de tal manera que tu pasado se vea liado con tu presente y este a su vez ahogue el futuro. 
Bien, para poner en situación. Estaba tan tranquila en una manta, bebiendo y escuchando a un tal Germán tocar una guitarra. De repente, Germán paró. Me di la vuelta para ver el motivo de su repentina parada y no era otro que David. 
David, el ex de Luz. David el chaval guapo y encantador, acababa de coger la guitarra de Germán y se la llevaba a otro chico que estaba sentado de espaldas. 
Me levanté para saludarlo. Se sorprendió de verme y me dijo que me sentara a su lado, que iba a presenciar el milagro de la música.
Sonriendo, le contesté que ya veríamos. Pero la guitarra comenzó a sonar. Al principio eran unos golpes torpes, no sincronizados, arrítmicos e imperfectos. Luego, los dedos comenzaron a acostumbrarse al mástil. Apretaban más fuertemente las cuerdas, cogieron velocidad, ritmo y vida. 
Sonaba tan bien. Tan bien que me recordaba a alguien. Alcé la vista diciéndome a mí misma que era imposible, y me tuve que quedar blanca, porque Marcos, el que hacía unos meses estaba tirado en un callejón, estaba en frente mía, mejor que nunca. Marcos llevaba la música en su interior. ¿Cuánto tiempo llevaría sin tocar la guitarra? Desde lo de Lily seguro. Era casi imposible que tocara así. 
-¿A que es bueno? Era guitarrista en un grupo.
-¿Si? Toca bastante bien.
-Si. Lo he conocido en el centro donde trabajo ahora. Le daba miedo la guitarra, pero tras unos cuantos perritos y un par de jarras de vino la ha cogido con gusto.
-Ya se ve.
-Tienes mala cara. ¿Te pasa algo?
-No, tranquilo. Es solo que... nada.

Preferí callarme y continuar escuchando. Pero justo después de cerrar la boca Marcos dejó de tocar la guitarra y levantó la vista. 
-Hola, Sam. 
-Marcos.
-Cuánto tiempo.
-Mucho. Estás muy bien.
-Lo mismo digo. ¿Sigues con Jou?
-No. 
-Bueno, nunca vi mucho futuro en esa relación.
-Ya, qué se le va a hacer. Uno cuando se enamora no piensa en el qué pasará.

Mientras Marcos y yo hablábamos, David nos miraba sin entender. Así que le expliqué que yo había salido con el vocalista del grupo de Marcos. Que lo conocía desde hace mucho y que Gabriel era el batería.
-Entonces todos os conocéis.
-Si. 
- ¿Y por qué no habéis quedado?
-Verás, nos distanciamos. Sam se fue con Jou. Gabriel desapareció y yo...bueno, ya sabes. El grupo terminó como empezó un día. Sin nadie. 

Continuamos hablando un largo rato. David intentaba por todos los medios que quedáramos todos. No se daba cuenta de que era una situación incómoda. Después de tanto tiempo, tanto resentimiento y tanta culpabilidad...era demasiado difícil volver a ser lo que un día fuimos. 
Además, ¿Cómo se tomaría Gabriel esto?

Me despedí de ellos un poco más tarde. Estuve con otra gente, comí un poco y me vine a casa. Y aquí me hallo. Escribiendo, sola, con una sensación extraña en el cuerpo. 
Es como cuando se te pierde algo, y hasta que pasan los años no lo encuentras. Al principio te invade una felicidad al recordar lo que era, pero después piensas...¿qué hago ahora yo con esto?
Supongo que tardaré en asimilarlo. O eso, o simplemente dejaré que pase lo que tenga que pasar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario :