miércoles, 17 de octubre de 2012

Gabriel

Día 20:

Me siento últimamente consumido por el alcohol. No entiendo bien el amasijo de pensamientos que inundan mi cabeza. Los recuerdos se juntan con los deseos, que se arrodillan ante las pasiones.
En mis momentos sobrios, que son pocos, el dolor de cabeza no quita la poca claridad que siento. Y me pongo a escribir.
No sé cuándo me he hecho dependiente de las palabras. Antes no tenía que expresarme con un teclado, sino con la música, componiendo, tocando hasta acabar exhausto, quedándome sin manos, sin brazos y sin oídos, y plenamente feliz.
Ahora la música no consigue aliviar esta desesperación. Todo es oscuro, incluso los días más despejados. Y aunque el sol brille e invada mi casa lo único que veo es que las sombras se hacen más profundas y marcadas. Y allí me esperan todos aquellos pensamientos que una vez negué hasta olvidar.
Ahora ya no sé ni siquiera si cometí un error o simplemente adelanté un hecho. Estaba tan amargado, tan podrido por dentro que ver a Sam me hizo resucitar. Su sonrisa, sus ganas de vivir, su genio. Le advertí, pero no recuerdo si lo hice para mis adentros o llegué a pronunciar una sola palabra. Ella vio varias botellas de JackDaniel's vacías, pero eso no la hizo retroceder. "¿Qué has hecho, Sam? Sabes qué monstruo soy" pensé...
No me pude contener, no obtuve resistencia. Fue una liberación, me sentí vivo, como nunca antes lo había estado. No era sexo con una desconocida. Mis manos se sabían todo su cuerpo, tan solo de mirarlo. Si yo le besaba en el cuello, ella respondía con las uñas en la espalda. Si le acariciaba el muslo inferior, ella rodeaba mis hombros. Era frágil, dulce, predecible. No tuve que pensar en nada. ¿Esto le gustará? ¿Toco por aquí? Nada. Todo salía solo.
Sus gemidos eran susurros, sus piernas temblaban. La chica fuerte parecía una virgen enamorada. El final fue agrio, ácido, y brusco.
No sé si distinguí bien pero creo recordar una lágrima recorriendo su mejilla. Eso me despertó de mi placentero letargo.
No sé que le dije, ni qué me contestó ella. Pero cinco minutos después la puerta sonó, y desde entonces, no se ha vuelto a abrir.
Ahora que el alcohol está abandonando mi cuerpo poco a poco, soy capaz de hacerme una idea de qué pensó. Para ella no soy nadie, salvo un amigo. Y ella para mí, no es para nada una "amiga". Es tan especial que me siento violador. Sé que ella quería, porque sé que nos atraemos desde hace mucho. Pero no es una buena excusa. He echado por tierra todo aquello que había ganado. El único residuo de un pasado feliz, se alejaba a pasos agigantados. Lili no podía volver, y Sam se iba poco a poco. La música abandona mi mente. Lo único que sale de mí es ira, tristeza, desesperación...sentimientos muy bonitos si van acompañados de esperanza. Por sí solos, no valen para nada.
Dicen que las mejores obras vienen de corazones rotos. Si yo amara a Sam, como amé a Lili, sería un gran compositor.
Si. Metí a Sam en una guerra en la que no tenía lugar. Ella no es Lili. Ni siquiera se parece. Es alguien que protegeré toda mi vida, pero si algún día vuelvo a amar, como lo hice una vez, Sam no será la que tenga esa maldición.

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