domingo, 17 de junio de 2012

David

No he visto a Luz desde la última vez. Ha pasado ya una semana. 
La he llamado un par de veces pero no me coge el teléfono. 
Supongo que estará ocupada con los estudios.
No quiero pensar otra cosa. 
Esta mañana fui a ver un rato a Sara. Le conté lo del bar y el beso que le di a Luz en su portal. 
Parecía estar sonriendo. Parecía. 


A veces mueve la mano, como si le diera un calambre. Los médicos dicen que son reflejos, y que no tienen importancia. Pero a mí me tranquilizan. 
Me he enfadado con los médicos. Le han rapada al dos. 
Dicen que es más cómodo porque así no hay que lavarle el pelo y no coge piojos ni nada.

Mi hermana tenía el pelo larguísimo. Le llegaba por la cintura. Rubio, ondulado... ¿Qué les cuesta lavárselo?.

Estoy un poco asustado. El jefe de sección nos ha avisado de que se va a reducir la plantilla. 

Mi amigo José tiene miedo ,porque es el más viejo y dice que ya no es tan ágil.
Los demás también andan preocupados. Dependen de ese dinero para vivir.

He pensado en decirle al jefe que me eche a mi. No quiero dimitir porque si no  no me indemnizan. Espero conseguir convencerlo. Siempre ha sido un buen hombre.
Bajito y feo, pero bueno, al fin y al cabo.

Quiero ver de nuevo a la novia de Sara. Creo que me porté mal con ella, y se merece algo más que un cuñado estúpido.


Esta noche voy a cenar con mis padres. Es su aniversario. No querían salir de casa, pero los he convencido. La vida sigue, ¿verdad, Sara?

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